LA DICTADURA QUE NO SE APLICÓ EN OLD TRAFFORD

El cambio de siglo ha transformado, por completo, el panorama social y político en todo el mundo. Y el deporte no es una excepción. Para la gente adinerada, la adquisición de un club de fútbol europeo, de una franquicia de la NBA e, incluso, de la NFL supone rentabilizar sus inversiones y obtener jugosos beneficios en sus negocios. En definitiva, es la plataforma idónea para ser mucho más poderosos. En el Reino Unido, la proliferación de multimillonarios asiáticos, africanos, norteamericanos y rusos no se detiene por cuatro razones esenciales: una fiscalidad baja, un marco regulatorio poco intrusivo, la presencia de centros universitarios excelentes y el sistema legal anglosajón. La Premier League es la competición preferida de los empresarios y familias  reales para sentar las bases de las operaciones financieras de sus respectivos emporios. Stanley Kroenke (Arsenal), los Glazer (Manchester United), John W. Henry (Liverpool), Vichai Srivaddhanaprabha (Leicester City), Roman Abramovich (Chelsea) o Mansour bin Zayed Al Nahyan (Manchester City) representan al creciente sector de mega ricos que ansían más notoriedad en el mejor escenario posible.

En las últimas horas, se ha desvelado en un prestigioso tabloide inglés una sorprendente noticia relacionada con Muamar el Gadafi, asesinado en 2011. En una entrevista en The Sunday Times, Mehmet Dalman, actual presidente del Cardiff City, aseveró que el exdictador libio estuvo muy cerca de convertirse en 2004 en el dueño del Manchester United. Reconoció haber ejercido de intermediario para cerrar un acuerdo que, finalmente, no se produjo por algunos detalles económicos. El proceso de compra del 29,9 % de las acciones de los irlandeses John Magnier y JP McManus, máximos accionistas de la institución británica, no llegó a fructificar. Quien sí aprovechó esta circunstancia fue el norteamericano Malcolm Glazer, uno de los hombres más acaudalados, según Forbes, cuya inversión rondó los 800 millones de libras. El aterrizaje de este personaje de ascendencia judía en Old Trafford causó un gran revuelo entre sus aficionados. El escepticismo sobrevoló la ciudad del noroeste del país por las irregularidades de una operación turbia y destinada a hipotecar la economía de un club modélico por su gestión financiera. Catorce años después la salud de la entidad inglesa, dirigida por los herederos de la fortuna del ya fallecido patriarca, es excelente. ¿Qué hubiera sucedido si uno de los tiranos más crueles de la historia se hubiera apoderado del club más laureado del país anglosajón?  Quizá hubiera certificado su defunción. Gadafi se decantó por adquirir el modesto Perugia. Su hijo Saadi llegó a jugar en el club italiano antes de verse envuelto en un delito de asesinato que le llevó a la cárcel. Además, su vinculación con el Calcio se circunscribió al ámbito del accionariado en dos clubes dispares: fue accionista minoritario de la Juventus y mayoritario de la Triestina.


Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 fuerzas rebeldes apoyadas militarmente por la comunidad internacional lograran derrocar el régimen tiránico de Gadafi. Parece una utopía que un dictador hubiera regido los destinos de un club con millones de fieles en los cinco continentes. ¿Hubieran permitido las estrictas leyes gubernamentales en el Reino Unido que un asesino, con crímenes de guerra a sus espaldas, se hiciera con la mayoría de las acciones del United? Posiblemente no. Un caso muy parecido a este tuvo como protagonista a Augusto José Ramón Pinochet. El exdictador chileno consideró realizar una audaz oferta, según The Guardian, por los red devils a principios de los años noventa. Definitivamente, fue desechada por dos razones fundamentales: su presencia dañaría la imagen de la entidad  y un hipotético conflicto de autoridad que se hubiera producido entre Alex Ferguson y el propio Pinochet. Bajo el titular Premiership pull on the world´s great dictators, el prestigioso diario londinense publicó un reportaje en el que incluyó una lista de gobernantes de facto interesados en ser propietarios de clubes ingleses. La ex primera ministra Margaret Thatcher coqueteó con el West Ham United, el exlíder norcoreano Kim Jong II puso sus miras en el Arsenal, y el exdirigente iraquí Sadam Hussein se interesó en el Leeds United, pero fracasó porque los directivos de Yorkshire temieron que el dictador dilapidara los fondos en proyectos libertinos y vanidosos. Las especulaciones también alcanzaron al expresidente de los Estados Unidos George W. Bush, quien se habría sentido atraído por el Manchester City. También se habló del interés por el Manchester United del ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán.


El origen del bombazo que soltó Mehmet Dalman se remonta a la disputa personal que se desató entre Alex Ferguson, el mítico técnico escocés, y John Magnier, el máximo accionista del tricampeón de Europa. Eran viejos amigos y ambos compartían su pasión por los caballos de carreras. El multimillonario irlandés estimaba tanto al entrenador que un día le hizo un obsequio de gran valor: la copropiedad de la gran joya de su yeguada, Rock of Gibraltar, triunfante hasta su retirada del circuito en 2002. El dinero siempre genera envidia y Fergie vio un filón económico que le reportaba 120 millones de libras. Magnier, un tipo que no heredó su fortuna sino que lo hizo con astucia, solamente le ofrecía 800.000 libras por año como compensación. Para el de Gowan fue una afrenta. Apodado hairdryer por sus temerosas broncas en el vestuario, su ira se desvió a los tribunales con la finalidad de reclamar lo que él consideraba suyo. El pleito tuvo repercusiones. Su exsocio le acusó de prácticas mafiosas, en connivencia con su hijo, en la gestión de los traspasos de algunos futbolistas. Este fue el final de una relación que desembocó en la salida del club de sus dos mayores accionistas.


En El Teatro de los Sueños siempre existe el convencimiento de que el deseo voraz de expandir la marca a través del compromiso y la innovación suele ser muy atractivo para hipotéticos compradores. Gadafi fue uno de ellos, a pesar de su ignorancia futbolística. Su hijo le persuadió para que diera ese gran paso, comparando al Manchester United con la “Iglesia de Inglaterra”. Afortunadamente, el terror no se instaló en un escenario donde aún se suceden bellos y épicos episodios.

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