ENTREVISTA: CARLOS CLOS GÓMEZ
Esperamos a
Carlos Clos Gómez (Zaragoza, 1972) en la céntrica Plaza San Francisco de su
ciudad natal, junto a la universidad. Se retrasa porque no hay ningún sitio
libre en el que estacionar su coche. Nada más vernos nos pide disculpas por su
tardanza y nos encaminamos hacia el bar en el que haremos la entrevista. Nos
sorprende su aspecto físico, ya que está igual que cuando recorría el terreno
de juego para señalar las acciones punibles de los futbolistas. Tiene 45 años,
y parece que podría pasar perfectamente las pruebas físicas del arbitraje
español. Colgó el silbato hace escasos ocho meses por culpa de la burocracia.
Cumplía los 45 años el mismo día 30 de junio, fecha límite para renovar el
contrato. Se vio obligado a retirarse por seis horas.
Clos Gómez
logró rápidamente subir de categoría y fue adjudicado para arbitrar en Segunda
División B en el año 1997, en donde permaneció durante cuatro temporadas. En la
campaña 2001/2002 fue ascendido al fútbol profesional, al pitar en Segunda
División otros cinco años. Tras concluir la temporada 2006/2007, subió a la
máxima categoría del fútbol español. Debutó en Primera División, arbitrando el
encuentro que medía al Espanyol contra el Nástic de Tarragona. El excolegiado
ha ganado dos veces el trofeo Silbato de Oro (2008 y 2013), que le acredita
como el mejor árbitro español. También ha sido de los pocos colegiados que han
pitado dos finales de la Copa del Rey (2013 y 2017). La última, el año pasado,
la final entre el Barcelona y el Alavés, su último encuentro antes de
retirarse.
En el año
2009 consiguió la escarapela FIFA, y fue árbitro internacional. Asimismo, fue
colegiado asistente de área en la Eurocopa de 2012, celebrada en Ucrania y
Polonia. Clos Gómez ha pitado once temporadas en Primera División, en un total
de 216 partidos, así como 35 encuentros internacionales.
Los datos
muestran que el arbitraje español es bueno. Un estudio estadístico oficial
indica que los árbitros aciertan en torno a un 96% de las jugadas. ¿Qué piensa
del arbitraje español?
Los
colegiados españoles son particularmente buenos porque pitan los encuentros más
importantes del mundo. La Liga española de fútbol es una de las mejores porque
en ella juegan los mejores jugadores. Además también es una de las
competiciones más complicadas que existen a la hora de arbitrar. Los jugadores
no ayudan, no colaboran con el colegiado y no hacen más que intentar engañarle.
La afición y el entorno futbolístico tienen un comportamiento muy hostil hacia
el arbitraje. La prensa no muestra ningún tipo de empatía y no hace más que
juzgar mediáticamente al estamento arbitral. Por lo tanto, el árbitro que
destaca en la liga española tiene una gran consideración internacional porque
no hay ninguna duda de que es un árbitro bueno. El nivel de los colegiados
españoles no tiene nada que envidiar al de ninguna parte del mundo. La
eficiencia del estamento arbitral español está sin ningún lugar a dudas al
mismo nivel de eficacia que el de las grandes ligas europeas, como la Premier
League, la Serie A o la Bundesliga.
¿Por qué
cree que el colectivo inglés es el modelo a seguir desde varios sectores
futbolísticos?
Los ingleses son unos grandes
árbitros y la fama la tienen muy bien ganada. Es verdad que los árbitros
españoles echan mucho de menos el contexto inglés, es decir, que por ejemplo
los jugadores no se tiren. Es una cultura que facilita mucho más la labor del
árbitro. En otros países no ocurre. Lamentablemente es una excepción el caso de
Inglaterra.
Pero los jugadores protestan
enérgicamente a los árbitros...
Sí, pero esto tiene una explicación.
Cada vez hay más jugadores foráneos. En lugar de asumir la cultura inglesa, lo
que hacen es viciarla. Sobre todo se nota en los partidos de Champions
League. En las competiciones europeas, los equipos ingleses tienen un
comportamiento muy similar al de los clubes de cualquier otro país. En cambio,
en la liga inglesa, salvo algunas excepciones, aún sigue vivo ese acto de
deportividad que ha caracterizado a una competición referente para el
arbitraje. Ojalá que algún día ocurriera en nuestro país.
El mobbing arbitral son los corritos
de los jugadores alrededor del árbitro para presionarle. ¿Cree que esto lo
trabajan los equipos o es algo espontáneo? ¿Cómo os protegéis de ese acoso?
Es algo insólito, pero los equipos
trabajan las protestas en grupo, en cada una de las decisiones arbitrales.
Ellos creen que es algo que en realidad les beneficia. Piensan que el hecho de
rodear al árbitro, con el fin de increparle por la señalización de una falta,
hace que este pueda modificar su decisión. Aunque personalmente, les
recomendaría que no lo hicieran, porque consiguen el efecto contrario. La única
manera de luchar contra estos corrillos es a base de sacar
tarjetas. Durante las protestas de una jugada, un equipo se lleva varias
cartulinas amarillas. Estas tarjetas, depende de la fase del partido en que se
muestren, pueden condicionar el resultado final de un encuentro. Los jugadores
no van a conseguir absolutamente nada con las protestas. El árbitro, cuando
señala una falta, es porque está seguro que ha habido una acción punible de un
jugador. Los colegiados tienen una alta dosis de seguridad, en el momento en el
que toman una decisión arbitral. Aunque pites una falta y te la recriminen en
grupo, esa actitud no va a condicionar al colegiado para que les pite la
siguiente jugada a favor. Al revés, los jugadores que protestan pierden la
credibilidad ante el árbitro. El colegiado es consciente que, en una jugada
complicada le proteste el jugador que se encuentra cercano al lance, pero en el
momento en el que nueve jugadores increpan al árbitro, el colegiado sabe que
esos jugadores han articulado una estrategia. Entonces, esos futbolistas han
perdido totalmente su credibilidad. Los equipos deben protestar lo protestable,
porque todo lo demás provoca que en las siguientes jugadas no les crea el
colegiado.
Se dice que el fútbol es espontáneo,
y no se puede analizar previamente. Aun así, ¿considera necesaria una buena
prevención para evitar los errores arbitrales?
Si se quiere arbitrar correctamente
cualquier partido de fútbol en la élite profesional, el colegiado tiene que
emplear todas las herramientas y todos los instrumentos que estén a su alcance.
Los colegiados usamos varios programas de scouting que nos sirven
para analizar previamente a los jugadores. No es lo mismo pitar a un equipo
rocoso como Osasuna, que plantea un juego directo, que arbitrar al Barcelona,
que tiene un juego combinativo y de posesión. El colegiado tiene que saber de
antemano quiénes son los jugadores escurridizos, que están a menudo en el
suelo, o quiénes son los jugadores que provocan a los defensas, para enervarles
y que pierdan los estribos. El hecho de analizar los datos, y observar que un
jugador se tira mucho, es un hecho meramente informativo. El árbitro tampoco
tiene que dejarse llevar por los prejuicios. Si no, cuando un jugador esté
realmente en el suelo porque han cometido sobre él una falta, no le vas a creer
nunca. Es fundamental conocer toda la información que se pueda del partido,
porque esto hace que el colegiado pueda prever correctamente lo que va a
ocurrir. Cualquier situación previsible, el árbitro la acertará siempre.
Cuando surge algo imprevisible a lo largo de un encuentro, la probabilidad de
que se falle es mucho mayor.
¿Usa alguna aplicación de
estadísticas de equipos y de jugadores? He leído que los árbitros utilizan el
programa Wyscout, ¿para qué les sirve?
Es una aplicación fundamental. Te
permite saber, por ejemplo, cómo saca o cómo defiende los saques de esquina
cualquier equipo del mundo. El programa informático le enseña al árbitro si ese
club hace bloqueos y dónde los provoca, si hace o no jugadas de estrategia, y
si algún jugador suele o no suele cometer falta durante el lanzamiento. Los
datos que te facilita hacen que a lo largo del partido solo tengas que
focalizar tu atención en esos detalles. Gracias a esta aplicación, el colegiado
puede saber en una hora todas las opciones tácticas y estratégicas que plantea
un equipo. Antes de la llegada de la tecnología de scout, el árbitro
tenía que visionar el encuentro completo para coger ciertas nociones del juego
de los clubes. Ahora, en 15 minutos el colegiado puede analizar las puestas en
juego de cualquier equipo. Aunque, sí que es verdad, que para contemplar el
comportamiento de un club merece la pena ver el partido entero. De otra forma,
es imposible hacerse a la idea de cómo responden los jugadores a lo largo de un
encuentro. Es importante prepararse los partidos, pero a veces no suceden tal y
como te lo esperas. Si por un casual, un club se adelanta pronto en el
marcador, o se produce una tarjeta roja en los primeros compases del choque,
todo lo que has preparado previamente no te vale para nada, porque el partido
se convierte en otra cosa. El colegiado debe leer correctamente los encuentros
a partir de lo que sucede y de las decisiones que ha tomado.
Lo primero
que analizamos son los aciertos y los fallos del partido que acabamos de arbitrar.
Incidimos en qué puede ser mejorable para poder aplicarlo en el próximo
partido. Una vez que ya hayas localizado los puntos más susceptibles de mejora,
buscamos partidos de similares características. No vale revisar cualquier
encuentro. Sobre todo hay que recoger toda la información posible de los
clubes, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. Es muy
importante conocer la trayectoria de los equipos, el estado anímico de
jugadores y entrenadores… El reglamento lo conoce todo el mundo, pero el
problema surge cuando el árbitro debe analizar las jugadas en décimas de
segundo. Hay jugadas muy complicadas, que no las puedes tener en el disco duro
de tu cabeza. Hay que actualizarse continuamente. Incluso, las pruebas físicas
son cada año más exigentes. Al final tenemos que vivir por y para el fútbol.
¿No cree que
los constantes cambios en el reglamento han hecho más arbitrario el mundo del
arbitraje?
Establecer un reglamento definido en el fútbol es muy complicado. En los últimos años se han cambiado demasiadas cosas. La interpretación final del colegiado pesa mucho en los partidos. Lo que para un árbitro es falta, para otro no lo es, y probablemente los dos tengan razón. Esta indefinición es parte de la belleza del fútbol. Aplicar el reglamento es muy difícil, y hacer unas normas más concretas perjudicaría al fútbol. Si todas las manos fueran falta, no habría que decidir si esa acción es o no es voluntaria. Esa reglamentación sería injusta porque el futbolista no puede desprenderse de sus extremidades a la hora de jugar al fútbol. Eso provoca que haya jugadas, que tengan que ser totalmente interpretables por el colegiado. El problema es que el mundo del fútbol no conoce las reglas. Un ejemplo claro es la reciente expulsión de Diego Costa por celebrar un gol junto a la grada. El delantero no conocía el reglamento. Lo peor es que su compañero Lucas Hernández dijo que Costa venía de la liga inglesa, en donde esa acción no era tarjeta amarilla. Perdona, pero las reglas del fútbol son universales. Otro caso paradigmático es el de Rafael Benítez. Cuando era entrenador del Liverpool, su club recibió un gol tras golpear el esférico en un balón de playa. El colegiado se equivocó y concedió ese tanto ante el Sunderland. Ese árbitro fue relegado a Segunda División al cometer un error técnico tan clamoroso. Benítez, haciendo gala de su honradez, reconoció que no sabía que ese gol no era legal. Eso no puede ser, los futbolistas y los entrenadores deberían tener un conocimiento muy exhaustivo del reglamento. Los periodistas también deberían aprender la reglamentación porque hacen el ridículo muchas veces. El problema es que hacen el ridículo ante los árbitros. Estos errores pasan desapercibidos por el público porque tampoco sabe las normas. El arbitraje no interesa, solo lo utilizan los medios de comunicación para crear polémica.
¿Qué ventajas y desventajas proporciona el VAR para el desarrollo del juego?
Una de las connotaciones negativas
es que vamos a tener que adaptarnos todos. Hasta ahora, una de las virtudes del
fútbol era la fluidez. Yo creo que va a ser muy positivo. Desarrollar un
sistema que no elimine todos los errores, sería imposible de entender. El VAR
se ha circunscrito a cuatro campos de actuación: los goles, las tarjetas rojas,
los penaltis y la confusión en la identidad de los jugadores. Cualquier jugada
dudosa, que hay muchísimas, no se entra a valorar. También hay que mentalizarse
que para cambiar o mantener una decisión arbitral se necesita tiempo. No se
puede decidir en diez segundos. Lo que pasa es que la gente se pone nerviosa
antes de cada decisión, y el tiempo estimado es de dos minutos como máximo. Lo
más acorde es que se aplique para jugadas excepcionales, una o dos durante todo
el partido.
¿Cómo evitaría perder el tiempo que
se tarda en aplicar el reglamento por culpa de la tecnología VAR?
El problema de la tecnología VAR es
que las resoluciones de las jugadas tardan mucho en resolverse. Los aficionados
tienen derecho a conocer el veredicto cuanto antes. La tecnología está en
periodo de pruebas. Lo primero que hay que hacer es realizar una buena sesión
formativa a los árbitros sobre cómo y cuándo tienen que usar la tecnología. Se
debe mejorar la comunicación interna, ya que la comunicación entre los
colegiados y los árbitros del VAR, que están viendo las imágenes desde el
monitor, tiene que ser muy fluida, para que no haya dudas en las aplicaciones
del reglamento. Se tienen que hacer pruebas empíricas en muchos partidos.
Además, el árbitro tiene la presión añadida de tener que tomar las decisiones
inmediatamente de que sucedan, y deben ser unas decisiones acertadas. En el
arbitraje convencional, el colegiado debe señalar una falta en milésimas de
segundo, pero no tiene graves repercusiones en caso de que falle. En cambio, el
árbitro debe acertar un 100% de sus decisiones con la tecnología VAR. La
afición no va a entender que pites una pena máxima y que no haya sido penalti.
Poco a poco, se va implementando en más ligas, se van corrigiendo los errores
en la aplicación, y el sistema va a tender a mejorar. Hay que tener paciencia
porque de un día para otro, no va a funcionar bien.
¿Considera que los árbitros son
políticamente correctos a la hora de dirigirse a los jugadores debido a la
multitud de cámaras? ¿Les da miedo realizar un mal gesto o un mal trato porque
se puede malinterpretar en los medios?
Los árbitros somos los jueces del
fútbol. Nuestra conducta tiene que ser impecable. Erremos o no erremos tenemos
que comportarnos de una manera intachable. La reacción y el comportamiento del
colegiado francés Tony Chapron es inconcebible. El árbitro ya ha pedido perdón
por su patada, pero la consecuencia de su mal gesto ha sido la suspensión
indefinida. Si un jugador no reacciona correctamente, le pueden sancionar con
varios partidos de suspensión, pero si se equivoca un colegiado, se va con su
silbato para siempre a su casa. A veces, es complicado ser comedido y
controlarse. Los árbitros estamos controlados y vigilados continuamente por las
cámaras, que analizan cada una de nuestras reacciones, y nuestros diálogos con
los futbolistas. Siempre nos dirigimos a los jugadores de una manera correcta.
Cosa que los futbolistas muchas veces no hacen, y se justifican alegando que
están a 180 pulsaciones. Los deportistas tienen que tener en cuenta que los
colegiados también estamos a 180 pulsaciones, y cuando me protestan un penalti
yo no "les mando a la mierda". El entorno del futbolista
también tiene que ser comprensivo y respetar al colegiado. Este año ha habido
un empujón clamoroso a un árbitro, e incluso hubo periodistas que decían que no
entendían cómo se podía sancionar eso. Un empujón siempre es y será una acción
sancionable. Hay situaciones que no se pueden tolerar, y esa actitud no se
puede defender y no puede quedar impune.
El árbitro está siempre bajo
sospecha, ¿cree que la gente duda de la honestidad del arbitraje español?
La prensa genera mucha opinión. A
cualquier redactor deportivo se le cree más que a cualquier persona que hable
del arbitraje con una cierta lógica. Los periodistas se inventan conspiraciones
arbitrales que se basan en datos poco fiables. La afición tiende a dudar de la
honestidad del colegiado. Sin embargo, me parece curioso que un aficionado al
fútbol piense que exista una conspiración, en el que los resultados estén
predeterminados. Si una persona cree eso, no entiendo como luego se gasta 200
euros en comprarse un abono de su equipo. Es como ir al bingo y saber que no te
va a tocar. Mejor que ese aficionado se vaya a ver otro deporte, que considere
que está más limpio que el fútbol. La creencia en la falta de honestidad
arbitral es una pose y una justificación para llamarnos
"sinvergüenzas".
¿Cuáles han sido las experiencias
más gratificantes que ha vivido durante su trayectoria como árbitro principal,
cuarto árbitro o asistente? ¿Le ha impactado algún ambiente en particular?
Me impresionó como árbitro un
partido de la Europa League en Estambul entre el Besiktas y el Oporto.
Los cimientos del estadio se movían una hora y media antes del partido por la
pasión de los aficionados, y pude comprobar in situ que el denominado infierno
turco existe. Otra experiencia inolvidable se produjo en Costa Rica. Fui de
cuarto árbitro con Undiano Mallenco en un partido de repesca para ir al Mundial
y resultó impactante cómo se movía nuestro vestuario del ambiente que se había
generado. La rivalidad en América es brutal. Hasta la policía tuvo que
protegernos durante tres días para ir a entrenar. Parecíamos los protagonistas
de un enfrentamiento que en aquel país suponía un acontecimiento histórico.
También me llamó la atención los estadios del Steaua de Bucarest y del Nápoles.
Y el mejor partido que he visto a nivel futbolístico fue la temporada pasada en
los octavos de final de la Champions League entre el Manchester City y
el Mónaco (5-3). Yo ejercía como árbitro adicional pero disfruté enormemente de
un espectacular juego por parte de ambos equipos. Me di cuenta que ese fútbol
estaba a otro nivel.
¿Qué jugadores suelen reaccionar con
más vehemencia y cuáles son para el árbitro un verdadero incordio?
En cada equipo siempre hay alguno.
Normalmente los centrocampistas o los capitanes se aproximan más al árbitro.
Xavi Hernández fue uno de ellos, siempre desde la educación. Pero era muy
insistente. Hay futbolistas que te reconocen que sin ese flow no serían
grandes jugadores.
¿Y cuáles son los futbolistas que
más han empatizado y han valorado su labor?
Carles Puyol y Víctor Valdés
tuvieron un gran gesto conmigo, en un encuentro entre el Recreativo de Huelva y
el Fútbol Club Barcelona. Dimos un gol al Recreativo, y observamos en las
cámaras de televisión que no había entrado el balón por completo. Al
final del partido estábamos muy fastidiados. Ambos jugadores entraron al
vestuario y se fundieron en un abrazo con el árbitro asistente. Fueron muy
comprensivos con nosotros. Sergio Ramos también tuvo un gesto fantástico
conmigo después de expulsarle hace dos años en Pamplona. Vi el partido repetido
y comprobé que una de las tarjetas amarillas que le saqué no era cartulina. Dos
meses después, tras coincidir con él, le pedí disculpas antes del encuentro. Él
reaccionó extraordinariamente. A los veinte minutos de juego le saqué una
amarilla y, de forma jocosa, me reprendió diciéndome que podía habérmela
guardado. Muchas veces, sin las pulsaciones propias de la intensidad del juego,
reconocen la dificultad de nuestras decisiones.
¿Quiénes han sido y son sus
referentes en su profesión?
En Aragón, sin duda Arturo Daudén
Ibáñez. A mí me influyó por su valentía y su profesionalidad. Su forma de
afrontar los partidos importantes me gustó mucho. Daba gusto verle, incluso en
las reuniones. En el ámbito internacional me fijo en Martin Atkinson. Y en
nuestro país destacaría a Antonio Mateu Lahoz, un árbitro que sabe empatizar
con el futbolista, y a José Luis González González, por su innata autoridad.
Tampoco me olvido de Pierluigi Collina. Ha sido un referente y creo que es el
mejor a la hora de impartir conocimientos.
Se retiró del arbitraje por culpa de la burocracia. Cumplía los 45 años el mismo día 30 de junio, fecha límite para renovar el contrato. ¿No piensa que es una edad muy temprana?
Es curioso, porque cuando yo tenía
30 años, y veía arbitrando en Primera División a Arturo Daudén Ibáñez y a
Celino Gracia Redondo, yo quería que se retirasen para poder pitar en la máxima
categoría del fútbol español. Ahora creo que una cualidad esencial del
arbitraje es la experiencia. El saber controlar el manejo del partido, e
imponer una gran autoridad y respeto a los futbolistas, es fundamental a la
hora de pitar un encuentro. Estas cualidades se mejoran con la edad. El
problema es que te tienes que retirar en el momento en el que desarrollas más
en profundidad estas características. Considero que si un colegiado supera los
diversos controles físicos a los que se enfrenta a lo largo de la temporada,
debería poder continuar. En España esto no va a cambiar. En otros países
europeos no existe un límite de edad, por ejemplo, en la Premier League,
hay colegiados que están arbitrando hasta los 50 años.
Pitó la pasada edición de la final
de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Alavés, en el estadio Vicente
Calderón. Fue el último partido oficial de su carrera como árbitro profesional.
¿Cómo vivió aquel encuentro?
Sabía que era la etapa final de mi
carrera como árbitro profesional. Han sido 30 años arbitrando. Me enorgullece
saber que he podido convertir a mi mayor hobby en mi profesión.
Tenía una gran emoción porque eran mis últimos noventa minutos y también tenía
una gran satisfacción personal por haber vivido una carrera muy bonita. A lo
largo de mi extensa carrera he permanecido más de diez años en Primera
División, e incluso he llegado a ser un árbitro internacional. He pitado dos
finales de Copa del Rey, algo que no es muy habitual en el arbitraje español.
Tenía la responsabilidad y el compromiso de arbitrar bien y no errar de manera
clamorosa. Una vez concluido el encuentro, sentí una gran liberación, ya que
fue todo bien, y comenzaba una nueva etapa en mi vida.
Y para terminar, mucha gente le ha
tachado de antimadridista y de antibarcelonista. ¿Cómo ha gestionado esas voces
críticas desde ambas ciudades?
Tienes que convivir con ello. Al Real Madrid le he pitado cuatro derbis y, lógicamente, deja muchísimas secuelas. Las probabilidades de poder equivocarte son bastante altas. Los medios de comunicación madrileños y catalanes dedican bastantes páginas a enjuiciar la labor arbitral. Yo siempre lo he llevado con tranquilidad, aunque fastidia cómo algunos programas deportivos nos tratan. Usan la violencia como tema recurrente. Esto puede llegar a ser muy peligroso para la integridad del árbitro.
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